Miranda de Ebro
El de las 8 y 37

Puntual, coge el de las 8 y 37
Como todas la mañanas suena el despertador en el dormitorio de Edmundo, son las siete. El reloj recibe el manotazo de cada día enmudeciendo en la oscuridad de la habitación. Edmundo echa los pies al frío terrazo. Un frío le recorre el cuerpo para acabar en temblor. Abandona a tientas la habitación mientras Ana sigue durmiendo, eso parece. No recuerda donde dejó las zapatillas la noche pasada, da igual. –Joder qué frío hace hoy– Piensa, mientras mira fijamente las baldosas del baño y alivia su vejiga. Sigue leyendo