Viajes
Algunas de las fotografías de mis viajes
Un cuento lunar

En algún lugar de la costa
Ha pasado bastante tiempo desde aquel día en que conocí a Irene, la anciana del muelle. En sus ojos se podía ver la profundidad del océano y el surco del camino recorrido. Las arrugas de su piel eran la crónica de días de brisa, temporales, galernas, soles arrebatadores, arena peinada por las olas y cientos de redes tejidas. Contaba cuentos a quien quisiera escucharlos, este es uno. Me confió que todo era cierto y que la prueba de ello es el azul turquesa del mar, semejante al aguamarina de las figuras broncíneas que habitan en las fuentes.
Un cuento lunar
La historia narra que cada doscientas veintitrés lunas una ninfa aparece para verter agua sobre los océanos. Durante el resto del tiempo, esos dieciocho años, se esconde en bosques, en muros, en las rocas de las llanuras, en la llama de las velas y en los reflejos del cristal. Desde ahí escucha el secreto de los corazones que no pueden gritar y, que entre sollozos de desamor, de amor no correspondido, de amor no declarado, de amor a destiempo, de amor caduco, de amor sin más, no paran de llorar en soledad. La ninfa recoge sus lágrimas, las atesora en su cántaro y cuando el contenido quiere desbordar vuelve a asomar la última luna por donde tiene costumbre tornar. Con esa luz la ninfa se acerca a la orilla y vierte las confidencias en el piélago de la tranquilidad. El mar recobra el color y con él, la bravura del oleaje. Me contó que las olas son la forma de cada desamor; pequeñas, grandes, tranquilas, dulces, espumosas, desesperadas, indiferentes y caprichosas que al romper contra las rocas modelan el litoral.
Desaparece en el parpadear.
Desde aquel día no volví a ver el mar igual. ¿Sientes curiosidad por saber cuándo regresa la ninfa? Yo también, no me lo contó y doscientas veintitrés lunas son muchas lunas para averiguarlo. Es como la arena que se escapa entre los dedos o como el tiempo que huye de la vida, no tiene sentido esperar.
En el cántaro se puede leer: Mare Tranquillitatis, Saros CCXXIII.
La fotografía
Mi visión
Esta fotografía pertenece a la serie paisajes imaginados que inicié en Instagram en abril de 2020. Son fotomontajes que no pretenden ir más allá de una forma de ver un lugar desde un punto de vista personal.
Datos técnicos
ZUMAYA (paisaje): Nikon D90 | 56 mm | f /10 | ISO: 200 | 1/400 seg
MADRID (ninfa): Nikon D90 | 90 mm | f /5,3 | ISO: 400 | 1/250 seg
PAMPLONA (luna): Nikon D90 | 110 mm | f /36 | ISO: 200 | 1/60 seg
El de las 8 y 37
Puntual, coge el de las 8 y 37
Como todas la mañanas suena el despertador en el dormitorio de Edmundo, son las siete. El reloj recibe el manotazo de cada día enmudeciendo en la oscuridad de la habitación. Edmundo echa los pies al frío terrazo. Un frío le recorre el cuerpo para acabar en temblor. Abandona a tientas la habitación mientras Ana sigue durmiendo, eso parece. No recuerda donde dejó las zapatillas la noche pasada, da igual. –Joder qué frío hace hoy– Piensa, mientras mira fijamente las baldosas del baño y alivia su vejiga. Sigue leyendo
Río Arga junto a la factoría minera
Día de lluvia junto a la factoría minera
Día nublado, y de nubes bajas en el valle de Esteríbar. Mes de diciembre, frío, húmedo y lluvioso. Junto a la factoría minera de Magnesitas de Navarra discurre el Arga. El río todavía niño y con la timidez del cauce por formar. A estas alturas, sin llegar a Larrasoaña todavía no sabe del Ulzama y discurre tranquilo entre puentes de piedra. Sigue leyendo
Peregrinos en la Ruta de Napoleón, Camino de Santiago
Peregrinos en la Ruta de Napoleón
La primera de las rutas del Camino de Santiago es una de las más bonitas, doy fe de ello. Los peregrinos en la Ruta de Napoleón verán paisajes únicos, sentirán la pequeñez frente a la naturaleza, y disfrutarán de cada uno de los metros de esta agotadora etapa entre Francia y Navarra. La etapa es dura, muy dura. En mi caso la hice en bici y con la carga de las alforjas. Hubo momentos donde la falta de fuerzas me incitaban a volver, regresar al punto de partida cuesta abajo. Aguanté, empujé, arrastré la bici, y al final la superé. Eso si, dolió. Sigue leyendo
Desde la Torre de Santacara
Desde la Torre de Santacara
Vista desde la Torre de Santacara. Mes de octubre, los campos arados y sembrados. Las semillas esperan la llegada del invierno como obligado trago antes de la venida de la primavera. El ocre de los campos, como albero, cubre las tierras de Santacara. Desde esta pequeña atalaya vemos el horizonte con su pequeña sierra; lo primero que nos encontramos es La Rega, con la Peña del Águila. Y al fondo; el Alto de Allaurre, Las Vigas, Santa Águeda y otros. Todas estas pequeñas elevaciones son como antesala a la Sierra de Ujué. En la imagen, a la izquierda en la parte superior, se aprecia como la sierra está horadada por el Canal de Navarra. Un lugar para volver en primavera, y ver como ha brotado del suelo la vida. Sigue leyendo
Cosecha de 1978
Aquel 78
Como ha pasado el tiempo, me voy haciendo viejo. Hay dos acontecimientos que recuerdo perfectamente. Por un lado, la suspensión de los sanfermines tras los graves sucesos ocurridos en la plaza de toros de Pamplona, y por otra, el referéndum para la ratificación de la Constitución Española. Son recuerdos de los trece años, de los que se quedan ahí para siempre. Memorias que te hacen copartícipe de la historia solo por haber vivido ese periodo. Eran tiempos del Seat 131, el 850, el 600, el Renault 12, las cabinas telefónicas, las melenas, barbas sin arreglar y Grease. No es un recuerdo en blanco y negro, es un recuerdo de color desvaído tirando a lilas. Es la memoria de un momento que era tránsito y esperanza. Eso es la cosecha de 1978. Sigue leyendo
Raquero y el Real Club Marítimo de Santander
El raquero y el Real Club Marítimo de Santander
Paseando por el Paseo de Pereda nos encontramos con el conjunto escultórico de Los Raqueros, en el Puerto Chico. Los raqueros eran unos niños que se ganaban la vida rescatando cosas del agua a cambio de una propina, recogiendo las monedas que les echaban del fondo del muelle, o robando lo que podían. Estos pillos eran famosos en los muelles del Santander del siglo XIX y principios de XX. Al fondo del primer raquero se ve el Real Club Marítimo de Santander. Un gran contraste en ambos significados. El Real Club descansa sobre el agua, y se accede a él por una pasarela. Sigue leyendo
El momento, capítulo I
El momento, un relato corto
El momento, es un relato corto sin más valor que el que yo le doy. Un apunte de un viaje que hice, y que por adornarlo, he invitado a participar a gentes que no existen, o si. La intención de este blog no es la literatura, es la fotografía. Y por eso, disculpo al lector su reprimenda que merecida la tengo.
En Salduero, algún día de julio de 2014
Hacía poco más de cinco horas que había llegado a Salduero, sin planearlo, y empujado por una boda que no era la mía. El día anterior no hubiera sabido colocar este lugar en el mapa. Y ahora, estaba atravesando el Duero por la pasarela de piedras que conduce a la ermita del Santo Cristo. La tarde es lluviosa, tarde de cierzo, tarde de zapatillas en casa. Solo en estos parajes, los voy recorriendo, conociendo, viendo el color de sus casas, los tomates de sus huertas, el olor de la leña seca que se humedece con la lluvia. Sigue leyendo
La ventana
La ventana, la búsqueda
Saliendo de San Lucas, tomamos el pequeño repecho de San Juan de la Penitencia. Ahí, junto al Jacinto Guerrero encontramos el trozo de tela. Unas horas antes, desde el Mirador Del Valle vimos algo en una de las ventanas del Toledo Medieval; alguien agitando un gran pañuelo de color azul. Y como si fuera un juego, nos propusimos llegar hasta la ventana, a esa ventana. Desde el mirador tomamos nota del edificio; ni grande ni chico, tampoco tiene ventanas al uso, ni balcón, ni mirador, de color claro a la luz del sol del mediodía, entre arcilloso y el ocre, pero con la duda del matiz de la piedra, el ladrillo o lucido de cal. Sigue leyendo
Procesión de los Pasos, Segovia. Quo vadis, Domine
Tarde de Viernes Santo en Segovia
La procesión
Visitando la ciudad de Segovia nos encontramos con algo insólito viniendo de donde venimos; muchas procesiones. Pamplona solo tiene una, la de Viernes Santo. Es muy común en otros lugares celebrar varias en diferentes días, e incluso en el mismo día. En este caso, es la Procesión de los Pasos de la Junta de Cofradías de Segovia. Hemos cogido sitio frente al Mesón de José María, y bajo la lluvia, vamos viendo como los pasos, cofrades, mozorros, curia, bandas de música y penitentes van discurriendo por la calle de San Agustín. Todo es grande, ornamental, colorido y sobrio. El silencio, solo roto por el roce de las túnicas y de vez en cuando por una música con acordes marciales. Sigue leyendo
Biblioteca del Palacio Nacional de Mafra
Biblioteca de Palacio Nacional de Mafra, una recomendación de José Saramago.
Este es mi pequeño homenaje a uno de los más grandes escritores que he leído, José Saramago. Mi sueño, desde que leí su libro Memorial del Convento, era visitar el Palacio Nacional de Mafra en Portugal, muy cerquita de Lisboa. El libro trata sobre la construcción de un convento por un rey a causa de una promesa, sobre un soldado manco y una mujer con el poder de ver dentro de las personas, de un sacerdote que su sueño era volar y de una deliciosa historia de amor sin palabras. Sigue leyendo
Casas en la rua de Mouzinho da Silveira, Oporto
Casas en la rua de Mouzinho da Silveira, Oporto
Norte de Portugal. Tarde de verano en una de esas grandes ciudades del mundo, Oporto. Paseando entre calles y callejones, dimos con un pequeño mirador que daba a la calle Mouzinho da Silveira. Si, esas dos sombras somos nosotros, mi hijo Aitor y yo.
Una de las cosas que más me impresionó de Oporto fueron las fachadas de sus calles. Tanto las puertas como las ventanas, balcones y frisos pertenecen a un mismo plano, son elementos pintados en la fachada pero con utilidad. Sigue leyendo
Pintado el cielo de Barcelona al atardecer
Pintando el cielo de Barcelona al atardecer
Hace calor, a pesar de estar a mediados del mes de octubre. Paseamos por la plaza de Cataluña mientras un avión va pintado el cielo de Barcelona al atardecer. El antiguo edificio del Banco Español de Crédito se disputa la presidencia con el resto. Frente a él, dos fuentes que guardan casi una simetría con su trazado, y por detrás de ellas, en el suelo, una gran rosa de los vientos. Como muchas cosas de la vida: esta foto no la he buscado, la he encontrado. Por eso, tengo un buen recuerdo de ella, y de esta tarde por las calles de la Ciudad Condal. Sigue leyendo